El perfeccionismo y el apego son dos formas de sobreprotección.
La mayoría de nosotros hemos crecido en un ambiente donde nos han enseñado a prevenir, a mirar hacia el futuro, a sopesar decisiones y a marcarnos objetivos.
Todo ello nos resulta muy útil para poder desenvolvernos en nuestro día a día, en sociedad. Pero ¿Qué ocurre cuándo todas estas cosas se tornan en preocupaciones, ansiedad y miedos? En este caso, toda utilidad se pierde. La energía que necesitamos para poder desenvolvernos, desarrollarnos y disfrutar en nuestro día a día desaparece.
Emociones como la preocupación, la ansiedad y el miedo drenan nuestra energía. Disminuyen la eficacia de nuestro sistema inmunológico. Y generan dificultades en nuestras relaciones
Saber si nos estamos tomando las cosas de una manera sana o no, es muy sencillo … ¿Cómo te sientes? Si las emociones que estás experimentando te hacen sentir bien es que estás tratando el asunto con eficacia. Si por el contrario, experimentas emociones que no te hacen sentir bien, es que la energía que necesitas para lidiar con la situación se está drenando.
Quizás estás muy preocupado por algo en particular. O estás muy apegado a obtener un resultado determinado por miedo a “qué dirá la gente”. En ese caso, el perfeccionismo puede haber hecho su aparición.
Una persona perfeccionista es una persona sobreprotectora de su imagen. Intenta alcanzar un determinado nivel personal o social, que cree necesario
Se apega a determinados resultados que ella considera perfectos. No basta con tener la casa limpia, tiene que estar impecable. Sacar un 8 en un examen no es satisfactorio, debe sacar un 10. Que su pareja le de una sorpresa por su cumpleaños no es suficiente, debe obsequiarle con el regalo perfecto… Esta forma de ver el mundo genera mucha decepción, frustración y culpa.
La sobreprotección de la propia imagen en el trabajo también genera altos niveles de ansiedad. La competición es algo que suele estar muy presente en entornos laborales. Esto puede llevar la ansiedad a niveles extremos.
En el deporte la competitividad da lugar a altas dosis de ansiedad. La ansiedad en el deporte está tan presente, que muchos psicólogos deportivos se han especializado y trabajan solo este problema.
La experiencia continua de ansiedad desemboca en inseguridad. La inseguridad es la alfombra roja de la baja autoestima
Marcarnos objetivos ambiciosos y trabajar para conseguirlos es admirable. Pero preocuparse por ello, por el resultado, nos debilita y es una pérdida de energía. Es sobreprotección
El apego es otra forma de sobreprotección. Nos “ata” a una persona, a un objeto, a un lugar o a una idea. De tal forma que perdemos la perspectiva equilibrada sobre ello.
El lazo que se forma entre una madre y su hijo es natural. Sin embargo, si la madre no puede soportar separarse de su hijo el lazo natural de unión se transforma en apego. Eso provoca dependencia y refuerza la inseguridad de la madre y del hijo. Lo que se convierte en un obstáculo para experimentar felicidad.
Igualmente, en las relaciones de pareja la dependencia genera grandes dosis de sufrimiento. En esta forma de apego las personas pierden su propio centro. La relación se colma de decepciones, frustración, ira y resentimiento.
Las relaciones no pueden florecer cuando la sobreprotección entra en escena
También podemos apegarnos a actitudes y hábitos. Desayunar siempre lo mismo. Limpiar la casa en un determinado orden. Tener una idea y no cuestionarla. Los horarios de las comidas… Si alguien interfiere en estos hábitos y nos irritamos es una clara señal de que hemos perdido nuestra flexibilidad.
Apegarnos a ideas, actitudes o hábitos nos limita. Nos previene de nuevas posibilidades y oportunidades. De aquello que probablemente deseamos
Al identificar las áreas en la que estamos sobreprotegiendo y hacer los ajustes necesarios para dejar de hacerlo, nuestra vida comienza a ser más placentera. Las emociones asociadas a la sobreprotección desaparecen. Estas dejan de drenar nuestra energía. Disponemos de la energía necesaria para lidiar con las dificultades. Y por supuesto, nos sentimos mejor. Más relajados, más alegres, más capaces y seguros.
Cuando dejamos de sobreproteger nuestra Autoestima Aumenta y nuestra Experiencia de Vida se vuelve más Plena
«No es lo mismo cuidar por Amor que sobreproteger por miedo»
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